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viernes, 16 de diciembre de 2011

In memorian Gilberto Pinto

                                               In memorian Gilberto Pinto
 
En fecha reciente nos dejó Gilberto Pinto. Deliberadamente no fui al sepelio; prefiero  imaginarlo siempre atento, como la última vez que lo vi, glotoneando jamón español, tronándome sus críticas y reflexionando sobre las obras que pudo haber escrito mejor. Hace poco, Todos Adentro publicó una reseña sobre su obra. Dado que el intento biográfico se quedó corto para dar una idea  de la extensa labor artística de Gilberto y en su memoria, quiero citar de su libro El texto teatral  una pertinente reflexión: “El teatro es un arte de actualidad. Está inscrito en el tiempo. Y si no expresa ese su tiempo, carecerá de realidad vital. Se precisa, además, un arte escénico emparentado con el país que lo produce, con su historia y realidad social. El valor del teatro reside en su contribución a que se hagan eficaces las fuerzas sociales que puedan provocar transformaciones   (...) el arte dramático nació de la necesidad que sintió la comunidad de expresarse y dialogar consigo misma. De ahí que el teatro deba sobrepasar su condición estética: su razón de ser consistirá, primordialmente, en expresar lo que hay de particular y trascendente (...) Un teatro que no hable a su comunidad, que no dialogue con ella en el momento histórico que vive, corre el peligro de caer en el esteticismo, en el formalismo, en

martes, 8 de marzo de 2011

BOLIVAR EN EL TEATRO

Cartel de Les Bolivars et les Morillos. París,1819.
En 1819, se estrenaba en París la obra “Les Bolivars et les Morillos” de Jules François Armand D’Artois de Bournonville, un vodevil o comedia ligera con canciones intercaladas, cuyo tema central, inspirándose en la popularidad de El Libertador en la Europa de entonces, era una sátira referida a la moda del vestido y los sombreros. Posiblemente, la obra contenía alusiones políticas pero distaba mucho de reflejar a la convulsionada América, que se batía a sangre y fuego por conquistar la libertad . De la obra, que alcanzó notable éxito de público, se conserva una litografía divulgativa impresa en colores, donde notamos dos caballeros vestidos con enormes sombreros, a la usanza dandi de la época.
Pese a la frivolidad aparente del tema, el vodevil representado es testimonio del impacto

martes, 1 de marzo de 2011

El Carnaval: la farsa social

Negritas en Carnaval
El Carnaval es una fiesta que data de hace cinco mil años atrás. Se le asocia con festividades religiosas surgidas en Egipto y Sumeria, luego asimiladas por la cultura greco-romana, para finalmente hacerse tradición en el mundo cristiano de donde fue traído por los conquistadores a nuestro continente. Hoy día su significado original ha variado mucho en el sentir colectivo. Sigue siendo una celebración popular tradicional, en la que las máscaras y el jolgorio están presentes como en los antiguos tiempos, pero tiende a degenerar en un pretexto más de consumo para mercadear disfraces y organizar decadentes ‟concursos de misses”. El capitalismo no pierde ocasión.
Existe una indudable relación entre el Carnaval y el arte teatral. La farsa, uno de los grandes géneros del teatro, surgió en la Europa feudal en íntima conexión con las fiestas carnavalescas. Las farsas son obras de gruesa comicidad, con personajes de actitudes y rasgos exagerados. Escritores como Adam de la Halle (Francia, siglo XIII) y Hans Sachs (Alemania, siglo XVI) escribieron farsas, de inspiración popular, para ser escenificadas exclusivamente en la época carnestolenda.
Tal como el Carnaval, la farsa conlleva de manera implícita una enorme carga subversiva en oposición a la moral cristiana reaccionaria que aconseja el sacrificio en la tierra para ganar el paraíso eterno. El paraíso es aquí

martes, 22 de febrero de 2011

Paria, tragedia moderna


Emil Cioran (1911-95), filósofo rumano, es el mejor exponente del cinismo y la desesperanza que caracteriza a una importante tendencia del pensamiento moderno occidental. En sus escritos refleja, mejor que ningun otro, el abismo sin fondo y la falta de salidas de una sociedad en la que los seres humanos se convierten en meros objetos, víctimas de la depredación espiritual del sistema, ante el cual ni siquiera la religión es capaz de ofrecer algún consuelo. Entendible, el abrumador pesimismo de Ciorán, al situarlo en la Europa que vivió dos guerras apocalípticas en el siglo XX y comprender que, en parte, su obra buscó purgar las simpatías que profesó de joven por el nazismo.Y es este autor el que inspiró el drama  Paria, escenificado recientemente
en la sala teatral Luis Peraza, por el grupo Teatro La Bacante. La trama del espectáculo nos situa en un circo imaginario en el que los artistas deben enfrentar el totalitarismo de un sistema que censura la música como expresión del lirismo y la libertad estética. La pieza es una metáfora de la lucha del amor y la bondad humana que persisten pese a todo contra la barbarie fascista que ha oprimido a la humanidad.

sábado, 12 de febrero de 2011

LA MUERTE DEL TEATRO

El arte teatral ha enfrentado duros momentos a lo largo de su historia. Así fue, por ejemplo, luego de la caída del Imperio Romano, cuando la iglesia católica imperante prohibió las representaciones, acusándolas de ser manifestaciones paganas propias del demonio. A mediados del siglo XVII, los puritanos ingleses también prohibieron las escenificaciones dramáticas por considerarlas excesos contra la moral pública, reaccionando contra la tradición isabelina de autores universales como William Shakespeare y Ben Jonson. En el Perú del siglo XVIII, el colonialismo español proscribió el teatro y la literatura en quechua, como parte de la represión étnica que desataron luego de la insurrección de Tupac Amaru. Nuestro país no fue la excepción,

sábado, 15 de enero de 2011

TEATRO E HISTORIA

El teatro ha sido tribuna de las cruciales contradicciones sociales que hacen avanzar la historia. En él, la palabra pasa de la literatura escrita a la contradicción escénica, prestándose como ningún otro arte a motivar la reflexión de los espectadores. Esta particular condición, no siempre es comprendida por quienes lo representan. Es frecuente salir decepcionado luego de ver una pieza dramática por la pobreza textual del contenido, cuando no de su intención evasiva, como si el buen entretenimiento estuviera reñido con los problemas que enfrentamos cotidianamente. ‟Teatro bobo”, lo llama el dramaturgo venezolano Gilberto Pinto.
Esquilo, en Los Persas (472 a.c.), el drama mas antiguo que se conserva , estableció el valíoso papel del teatro para exponer los males que aquejan a la humanidad. En esta tragedia, el autor, participante como soldado ocho años antes en la batalla que da pie al argumento, dejó a la posteridad un formidable alegato contra las guerras de todos los tiempos, haciéndonos partícipes del dolor de los vencidos. En nada se diferencian los lamentos actuales del pueblo irakí, presa de los invasores, de los que expresan los personajes de la obra de Esquilo: la angustia lacera mi corazón enlutado... todo está lleno de terror... ¡Tal es el estupor de males que aterroriza mi corazón! ”.
Caso ejemplar de teatro trascendente lo constituye el intentado por Vladimir Maiakosvky quien, junto a otros pocos, emprendió una renovación radical de la escena en los comienzos de la revolución rusa. En su obra El baño, estrenada en 1930, criticó agudamente a la burocracia, culpable de la aberrante traición a los ideales primigenios de la experiencia bolchevique. El día del estreno, el poeta

lunes, 10 de enero de 2011

ARTE ANTIGUO EN LA CALLE

Teatro callejero: fiesta de multitudes
El teatro callejero es la manifestación de las artes escénicas de más arraigo popular. Es el heredero de una tradición de teatro representado en espacios abiertos que comenzó en la antigua Grecia, con los cantos en homenaje al dios Dionisio, teniendo por escenario los bosques aledaños a las ciudades. Nunca perdió el drama helénico la condición de escenificarse a cielo descubierto, ni siquiera cuando evolucionó hasta un edificio teatral que llegó a albergar hasta 12.000 espectadores. Igual, en el Imperio Romano se desarrolló un teatro chusco y de gruesa comicidad, cuyo espacio predilecto fueron las calles, en competencia con toda suerte de chalatanes, malabaristas y volatineros.

En la época feudal, debido a la persecucion religiosa que sólo toleró las escenificaciones estrictamente