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sábado, 15 de enero de 2011

TEATRO E HISTORIA

El teatro ha sido tribuna de las cruciales contradicciones sociales que hacen avanzar la historia. En él, la palabra pasa de la literatura escrita a la contradicción escénica, prestándose como ningún otro arte a motivar la reflexión de los espectadores. Esta particular condición, no siempre es comprendida por quienes lo representan. Es frecuente salir decepcionado luego de ver una pieza dramática por la pobreza textual del contenido, cuando no de su intención evasiva, como si el buen entretenimiento estuviera reñido con los problemas que enfrentamos cotidianamente. ‟Teatro bobo”, lo llama el dramaturgo venezolano Gilberto Pinto.
Esquilo, en Los Persas (472 a.c.), el drama mas antiguo que se conserva , estableció el valíoso papel del teatro para exponer los males que aquejan a la humanidad. En esta tragedia, el autor, participante como soldado ocho años antes en la batalla que da pie al argumento, dejó a la posteridad un formidable alegato contra las guerras de todos los tiempos, haciéndonos partícipes del dolor de los vencidos. En nada se diferencian los lamentos actuales del pueblo irakí, presa de los invasores, de los que expresan los personajes de la obra de Esquilo: la angustia lacera mi corazón enlutado... todo está lleno de terror... ¡Tal es el estupor de males que aterroriza mi corazón! ”.
Caso ejemplar de teatro trascendente lo constituye el intentado por Vladimir Maiakosvky quien, junto a otros pocos, emprendió una renovación radical de la escena en los comienzos de la revolución rusa. En su obra El baño, estrenada en 1930, criticó agudamente a la burocracia, culpable de la aberrante traición a los ideales primigenios de la experiencia bolchevique. El día del estreno, el poeta

lunes, 10 de enero de 2011

ARTE ANTIGUO EN LA CALLE

Teatro callejero: fiesta de multitudes
El teatro callejero es la manifestación de las artes escénicas de más arraigo popular. Es el heredero de una tradición de teatro representado en espacios abiertos que comenzó en la antigua Grecia, con los cantos en homenaje al dios Dionisio, teniendo por escenario los bosques aledaños a las ciudades. Nunca perdió el drama helénico la condición de escenificarse a cielo descubierto, ni siquiera cuando evolucionó hasta un edificio teatral que llegó a albergar hasta 12.000 espectadores. Igual, en el Imperio Romano se desarrolló un teatro chusco y de gruesa comicidad, cuyo espacio predilecto fueron las calles, en competencia con toda suerte de chalatanes, malabaristas y volatineros.

En la época feudal, debido a la persecucion religiosa que sólo toleró las escenificaciones estrictamente