Recientemente espectadores de todas las latitudes pudimos
observar por la internet en el teatro de Epidauro en Grecia, construido hace
más de dos mil cuatrocientos años, el
montaje de Los persas, tragedia de
Esquilo datada en el año 473 (a.C), el texto dramático más antiguo que se
conserva. No obstante que la audiencia telemática mundial dista mucho de
experimentar la sintonía emotiva y estética del público presencial que llenó el
viejo edificio ocupando los 4500
asientos habilitados para la representación de los 10000 usuales del aforo en
el sitio, la experiencia fue bastante enriquecedora y sirve de reflexión para
especular sobre el futuro del arte histriónico: ¿Artificios a distancia para
los aplausos, carcajadas y rechiflas? ¿Desinfectante en las manos y tapabocas obligatorios al entrar? ¿Certificado de vacunación para comprar los tickets en la taquilla? ¿Teatros
de grandes proporciones en espacios abiertos para asistencia limitada? ¿Concurrencia
que desafía la ya dilatadísima pandemia a sabiendas de que al terminar la
función un porcentaje de los asistentes estará contagiado?
Las especulaciones sobre el futuro de la escena comienzan a ser iniciativas concretas, como podemos notar por la gran
cantidad de experimentos dramáticos que circulan
en las redes: desde funciones colosales
como la ya señalada con público presencial aunque distanciado, pasando por
monólogos de connotados actores o actrices que se pueden pagar con criptomonedas,
sin olvidar la enorme cantidad de ofertas de talleres de formación actoral
(voz, improvisación, expresión corporal, etc.) que prometen -dinero de por
medio- “entrenar” a los nuevos talentos o aspirantes. No nos
extrañe una nueva sala teatral equipada con tecnología antiviral como
aspersores automáticos de desinfectante en las entradas, aire acondicionado especializado
para la antisepsia y cubículos aislados con vidrio para los asientos.
Cualquiera sea el final de la coyuntura, para los teatristas la pandemia puede ser un estímulo a la creatividad, si se deciden a desafiar para la continuidad del milenario arte no solo a los mass media como el cine y la tv que lo desplazaron el siglo pasado en la escala del entretenimiento del gusto multitudinario, sino también a un nuevo enemigo silencioso más implacable contra la escena que el desinterés del público, la iglesia que proscribió a los cómicos ambulantes en la Edad Media y la censura de los gobiernos.
La
primera peste en el escenario
Siendo el arte social por excelencia, el teatro ha sido espejo y tribuna del devenir y los grandes accidentes históricos. Guerras, catástrofes y plagas han estado presentes en los escenarios, no solo por cuanto significan calamidades que conmueven a la humanidad, sino por lo efectivas que resultan como resortes escénicos que, sirviendo de contexto o motivo para los argumentos, disparan las más intensas emociones, estremeciendo a espectadores de todas las culturas y épocas. Desde la antigüedad griega hasta la contemporaneidad encontramos a las enfermedades epidémicas azotando también en los escenarios, sirviendo como leivmotiv que refleja permanentemente tanto la posibilidad de la muerte individual como la extinción de la raza humana en su totalidad.
La Peste de Atenas por Michiel Sweerts |
La primera pieza en la historia del teatro que nos
muestra la maldición y angustia de un contagio colectivo es la tragedia Edipo rey, escrita por Sófocles y estrenada en Atenas aproximadamente
en el 429 aC. El argumento nos plantea la lucha de Edipo, rey de Tebas, quien
se propone acabar la epidemia que asola la ciudad luego de que el oráculo
revelara que es un castigo enviado por voluntad divina porque el asesino de Layo, el
monarca anterior, no ha sido castigado. El rey pugna por hallar al culpable y hacer justicia, para acabar con
el peligro que amenaza con exterminar a los habitantes. La tragedia llega a la
cumbre del dramatismo cuando el jerarca tebano descubre que él mismo dio muerte
a su padre en un cruce de caminos, desposándose luego con Yocasta, su madre y esposa de Layo.
El dramaturgo situó el argumento, con base en la
mitología helénica, en el contexto de la mortandad pestífera que se extendió en
las polis griegas poco tiempo antes del estreno, acabando con unos 100.000 habitantes
de la península Ática donde está situada Atenas. La enfermedad, ante la cual
para entonces se ignoraban medicinas o profilaxis aplicables, tuvo un impacto
tremendo en la sociedad helénica. Para entender la pertinencia del espectáculo,
basta imaginarse el teatro de Dionisos repleto y sobrecogido del terror, en el
cual un personaje mítico como Edipo caracterizado por el orgullo y la
omnipotencia, terminaba rendido, ciego y desterrado de la ciudad que gobernaba,
el mismo año que Pericles, gobernante de
la ciudad de Atenas, proyectista e
impulsor del Partenón, fallecía víctima de la epidemia.
Una
muerte convertida en danza
Una pandemia de peste negra o bubónica que comenzó en 1348 acabó con la tercera parte de la población de Europa. Se extendió en sucesivos brotes durante 150 años y se calcula que fallecieron unos 200 millones de personas hasta que se extinguió en 1490. Solo en unos tres años causó 25 millones de víctimas europeas, lo que para entonces era una tercera parte de la población del continente. Se conoce y menciona poco, pero se estiman unos 60 millones de víctimas más, sumando las de África y Asia. Aunque casi desaparecida gracias a la medicina moderna, aún se presenta en esporádicos brotes que son controlados rápidamente gracias a la aplicación de antibióticos comunes.
La anterior hecatombe que hizo peligrar la existencia del mundo occidental originó una vertiente estética conocida como danza de la muerte o danza macabra, que tuvo un importante desarrollo durante los siglos 14 y 15, expresándose principalmente en la poesía, la pintura y el teatro.
La condesa, grabado parte de la serie de Hans Holbein el Joven, inspirada en la danza de la muerte |
El motivo central de esta manifestación es la muerte,
representada como una figura terrorífica moribunda, un cadáver o una calavera
con guadaña sobre un corcel. Ante ella, desfilan sucesivamente distintos
personajes de la escala social: el papa, el rey o noble, el militar, el comerciante, el campesino, el
mendigo, un niño… Todos arguyen razones y piden clemencia para no caer segados por
el macabro destino, pero es en vano. Nadie escapa a un infortunio que encierra
una terrible y, a la vez, sabia lección contra el poder y la vanidad: al final
del camino todos somos iguales y no habrá privilegio o fortuna que valga; si la
vida nos divide en ricos y pobres, soberbios y humildes, poderosos y
desvalidos, la muerte se encarga de igualar las diferencias.
Representada para el teatro, la Danza de la muerte era una mixtura de baile,
música y actuación. En la tradición escénica castellana tuvo una gran
influencia hasta dos siglos después de surgida en piezas como el auto
sacramental Las cortes de la Muerte
de Lope de Vega, El gran teatro del mundo
de Pedro Calderón de la Barca y el Ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. Tomamos de este
último un fragmento que describe a una
compañía ambulante montada en una carreta para representar el mencionado auto
de Lope y con la cual se topan el Quijote y su escudero Sancho en el camino:
La carreta de Las Cortes de la Muerte de Bartolomeo Pinelli |
El cine tiene su danza macabra clásica en El séptimo sello, con guión y dirección de Ingmar Bergman, una obra maestra sin igual del arte fílmico estrenada en 1957. En la misma, luego del profundo dilema místico sobre la fe que se plantea con la Muerte como personaje central, al final bailan en lontananza unos comediantes llevados en hilera y guiados de la mano por esta.
Dos casos de pandemia en el teatro venezolano
La peste de la viruela causaba un
promedio de 200 mil víctimas al año en Europa, cuando en 1802 se expandió hacia
la Capitanía General de Venezuela. Ante el peligro de que las poblaciones
coloniales fueran diezmadas, el rey Carlos IV promovió una cruzada naviera para
llevar la vacuna a las posesiones imperiales del ultramar. La famosa expedición
del médico Francisco Javier Balmis llego a costas venezolanas en marzo de 1804,
comenzando la vacunación de inmediato. En abril de ese año se organiza la Junta
Central de la Vacuna en la idea de masificar en el territorio la inmunización
contra la espantosa enfermedad. A la Junta se integró Andrés Bello, como
funcionario colonial y hombre de confianza al servicio del capitán general José
de Vasconcelos.
A Bello se le atribuye la autoría del poema dramático Venezuela consolada, datado
aproximadamente en 1804 y referido a la llegada de la Expedición Balmis. A pesar de estar registrado en muchos ensayos
y textos referidos a la historia del teatro venezolano dando por cierto que fue representado en el primer coliseo
de Caracas o del Conde, no existe hasta ahora para sostenerlo más que un
comentario de dudosa verosimilitud del historiador y ensayista Arístides Rojas.
El aserto está contenido en Orígenes del
teatro en Caracas (1890), una breve crónica sobre la escena que, aunque de gran valor historiográfico, contiene afirmaciones
sin soporte documental alguno y errores
de fácil comprobación.
La poesía en cuestión fue dada a conocer en la primera recopilación poética completa (1882) de Bello publicada en Madrid, con prólogo y estudio crítico del filólogo colombiano Miguel Antonio Caro, quien califica al manuscrito titulado Venezuela consolada que acompañaba a la llamada Oda a la vacuna dedicada a Vasconcelos, como “otro poema” escrito “en lánguido estilo, en romance endecasílabo y endechas reales.” El humanista colombiano expresa una valoración negativa de ambas composiciones, dejando colar con delicadeza su duda sobre la autenticidad autoral del escrito que hoy conocemos como la pieza escénica más antigua de la historia del teatro venezolano. Manifestada la duda anterior, describimos brevemente el poema en cuestión, escrito en homenaje y agradecimiento al rey por el envío de la providencial vacuna.
Edición de Poesías de Andrés Bello, compiladas por Miguel Antonio Caro |
En la pieza de 343 versos, el autor alternó el uso de estrofas heptasílabas y endecasílabas, con rima asonante en los versos pares. Teniendo un paisaje de árboles del país como contexto ambiental (o escenográfico, con óptica teatral), El Tiempo, Venezuela y Neptuno intervienen dialogando a propósito de la peste de la viruela que azota la región. Por el mar, a través de Neptuno llega la solución enviada por Carlos IV, a quien finalmente agradecen como “bienhechor” luego de una breve aparición de un coro de Nereidas y Tritones..
El segundo caso que trataremos es el de Las sombras.
Drama alteico en cuatro actos basado en la vida del bachiller Rafael
Rangel de Salustio González Rincones, pieza estrenada el 9 de octubre de
1909 en el teatro Caracas, por la Compañía
María Diez. El autor conformó junto
a Rómulo Gallegos, Julio Planchart,
Enrique Soublette y Julio Rosales, el grupo de jóvenes escritores que editó la
revista Alborada, una publicación de
escasos números que, no obstante su corta vida, es el punto de partida de la
literatura venezolana del siglo XX. Luego de dedicarse inicialmente a la
dramaturgia, González Rincones prefirió el camino de la lírica para erigirse
como el abanderado de la renovación poética modernista en el país.
Las sombras es una tragedia que transcurre en siete años desde la llegada a la capital de Marcelo Campos, joven pueblerino que ingresa a la escuela universitaria de medicina, hasta su suicidio al decepcionarse por no lograr el objetivo de avanzar plenamente en el conocimiento científico, debido a los obstáculos que representan los resabios excluyentes y el poder político.
El autor de Las sombras, Salustio González Rincones (1886-1933) |
Estrenada apenas dos meses después de la muerte del
científico y a contracorriente de la tendencia de zarzuelas y sainetes costumbristas que
prevalecía en ese momento, la obra destaca en la dramaturgia nacional
por trascender de la simple anécdota luctuosa del
protagonista –y de Rangel- para exponer
el gran dilema del país: una Venezuela rural y atávica que se opone a otra,
representada por la juventud que se
debate contra el poder empleando las armas incipientes del conocimiento y el
humanismo.
Para
el investigador Luis Chesney,
“es evidente que la obra expone el conflicto de un
individuo excepcional frente a un
medio hostil en el cual
debió actuar, con ribetes de tragedia, porque a medida que avanza el drama y obtiene logros para
combatir la peste negra, el poder lo va
aniquilando hasta
exterminarlo.”
El ensayista teatral y docente,
Leonardo Azparren Giménez, nos comenta sobre el González Rincones,
"es el primer dramaturgo que pone en escena el poder y la
tradición como agentes que se oponen y restringen la vida individual y social;
por eso su personaje afronta la inseguridad que significa convivir con
creencias y costumbres tradicionales y con el progreso posible de los nuevos
tiempos, en los que la ciencia enfrenta los intereses del poder político. Son
fuerzas que coartan la libertad intelectual y bloquean iniciativas en pro del
desarrollo nacional. Campos encarna el desasosiego del individuo que a
comienzos del siglo xx ve frustradas sus esperanzas en su intento por vivir
para el futuro."
El
reconocimiento de Las sombras como una pieza imbricada en la coyuntura histórica que significaba el cambio de régimen de Castro, en un momento de reacomodo político en que Gómez se
presentaba como un regenerador del país, es asomado en nota de El
Universal (16-10-1909) publicada en días cercanos
al estreno y que es citada por Jesús Sanoja Hernández en su
ensayo Salustio y su teatro entre las sombras,
"Para beneficio
del primer actor señor Nicolás Carreras, el cual se efectuará el viernes o
sábado próximos, ha sido escrito especialmente Las sombras, drama donde se
apunta una faz interesante de nuestra complicada vida nacional. El autor de Las
sombras, del cual se conocen ya algunos fragmentos, es el joven Salustio
González Rincones, inteligente y reposado estudiante de nuestra Universidad
Central."
El caso es un ejemplo de como la morbilidad epidémica sirvió de acicate para una creación dramatúrgica que, además de exponer una tragedia personal que causó conmoción pública, se convirtió en trampolín para llevar con clarividencia a las tablas antinomias sociales que tardarían varias décadas en concretarse como factores políticos organizados.
Colofón
Desde marzo, en el sitio de Instagran del Saint Helens Theatre Royal de Inglaterra (https://www.instagram.com/p/B99tVq1Hlz0/) acompañando una imagen de un escenario iluminado por un
solitario foco que apunta hacia las butacas vacías, podemos leer las siguientes líneas que son ya un manifiesto escénico
que recorre las redes sociales.
En el teatro tenemos una tradición:
siempre que el teatro está vacío, siempre nos aseguramos de dejar una luz
encendida. Normalmente, en un soporte en el centro del escenario, esta luz se
conoce como luz fantasma. Hay muchas historias sobre su origen, pero su
significado es inconfundible.
Significa que aunque el teatro
está vacío, VOLVEREMOS. Entonces, aquí está para nosotros. Los actores, los
técnicos, el personal de recepción, el equipo de tramoya, los directores, los
carpinteros, los diseñadores, los bailarines, los profesores, los estudiantes,
los teatristas independientes, los de gira, los que están en el mar, los
electricistas, los vestuaristas, los realizadores, los jefes de escena .... LOS
ARTISTAS.
Muchos de nosotros hemos recibido
grandes golpes durante este virus. Las ganancias financieras y emocionales se
han derrumbado a medida que toda nuestra industria se reduce a nada más que un
montón de luces fantasmas. Pero esas luces fantasmas significan situaciones temporales. Son una
señal. Puede que estemos deprimidos ahora, pero nuestra pasión, nuestra
creatividad, nuestro impulso sigue siendo el centro del escenario.
Desconectaremos esas luces en poco tiempo. Hasta entonces: hay una luz fantasma
para que el mundo sepa que VOLVEREMOS.
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ResponderEliminarMaestro
ResponderEliminarGracias por leer su literatura.Su indagacion esperanzadora.
Estupendo documento. Muchas felicitaciones Oscar.
ResponderEliminarGracias Oscar por este, su siempre, aporte al desarrollo del conocimiento y en especifico al teatral, tendrá consciencia su pueblo - Venezuela, ¿el gran baluarte cultural, que tiene en UD.? Es tiempo que lo sepa. Saludos de Patria Grande.-
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