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lunes, 29 de noviembre de 2010

CARACAS: el gran escenario

Estatua viviente bajo el cielo caraqueño

Caracas, es un escenario artístico permanente durante todo el año. Efemérides, festividades religiosas, masivas tradiciones como el carnaval y la navidad, celebraciones locales y parroquiales... Pensemos, por ejemplo, en los velorios de Cruz de Mayo  que, organizados por decenas en los barrios y urbanizaciones capitalinas y siendo una celebración religiosa, sintetizan, a la vez, diversas disciplinas artísticas: poesía, música, plástica. En junio, las fiestas de San Juan, también celebradas en varias localidades caraqueñas, logran una masiva participación que no requiere convocatoria ni publicidad más que la referencia comunitaria de la tradición misma. O la Parranda de San Pedro de Sarría, parroquia El Recreo, traída desde Guatire y asentada en nuestra ciudad desde hace un siglo.

A estas, de vieja data, se han ido incorporando paulatinamente las señas estéticas de las grandes metrópolis contemporáneas, ejecutadas  fuera del circuito comercial. Se gestan y cobran fuerza al margen de las instituciones o reglas del llamado sistema, o incluso, no pocas veces, en reacción subversiva a este. Nos referimos
mas concretamente a un arte que también expresa la espontánea y cambiante pujanza artística de la ciudad: graffitis, grupos de hip hop, estatuas vivientes, malabaristas y payasos en los semáforos, músicos ambulantes... Algunas de estas expresiones, características de las grandes metrópolis, fueron inducidas por la globalización. Otras, emergieron del inconsciente colectivo reviviendo a la Europa medieval en la que, a pesar del totalitarismo religioso, floreció una cultura bastarda, genuinamente popular, propia de las ferias y mercados y enfrentada a las celebraciones católicas oficiales.


Me pregunto: ¿Qué motivaría a Edmundo, el Diablo de Caracas, a embetunarse de negro para sumarse a los jolgorios y marchas bolivarianas? . O a Makarrony y su muñeca Facilita, a quien podemos disfrutar cualquier sábado con un fascinante repertorio de bailes en Sabana Grande. Imposible, no mencionar, a Marcelino Almeida, El Hombre Orquesta, quien nos dice "si todos hicieran música el mundo fuera mucho más feliz" . Algunos de estos casos son un medio de subsistencia, pero ello no basta para explicar la variedad y multiplicación de estos artistas. No existe, creo, una explicación sociológica convincente. No hay una razón o motivación particular única. Quizás los impulsa la esencial necesidad humana de expresarse, agradar y recibir la gratificación del reconocimiento público. Gabriela Mari, joven actriz egresada de una escuela de teatro, para justificar su ejercicio público como estatua viviente, arguye «quería hacer teatro para la gente que no va a las salas. También ha sido una buena escuela. Puedo ser magia y sonrisas a la vez. Para algunos espectadores es el único acercamiento a una expresión artística».


Este imaginario de estética colectiva que nos identifica como caraqueños, a fuerza de constancia y riqueza creativa, ha comenzado a ser reconocido por la academia y las instituciones del estado. No obstante, siguen prevaleciendo los criterios de la dominación. Se promueve y eleva casi a la categoría de héroe nacional a un joven director orquestal por arrancar aplausos con la Filarmónica de Berlín, mientras ignoramos a Marcelino, que tiene 30 años maravillando a los que concurren a la Plaza Candelaria con la ejecución de 11 instrumentos de manera simultánea.


Buscando un punto en común de estas manifestaciones que conforman el caudal cultural de la gran ciudad, encontramos el ESPACIO PUBLICO como el escenario ideal, libre y permanente para el encuentro colectivo, para la socialización del placer y la expresión libertaria. El callejón del barrio, la plazas, los bulevares, la luz roja en el semáforo... en cualquier espacio público es posible el encuentro para un momento de regocijo, sorpresa o fervor religioso. El rescate y acondicionamiento de los bulevares de Catia y Sabana Grande, las Plazas Bolívar y Candelaria, los parques El Calvario y los Caobos, entre otras iniciativas, contribuyeron sin duda a relanzar el espacio público como lugar para socializar y revitalizar el disfrute ciudadano.

1 comentario:

  1. Excelente articulo... el arte se puede expresar de cualquier forma... muy pocas personas apoyan estas iniciativas de jóvenes propensos a cualquier cosa que les ocurra en la calle, porque es precisamente este el único medio (La Calle) que les sirve de ventana al publico...

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