Extensa es la influencia de la religión católica en las artes escénicas. En la época feudal, la iglesia persiguió a los teatreros e intentó suprimir toda escena que no deviniera de su influencia doctrinal. Los actores fueron relegados fuera de las concentraciones urbanas y el clero, consciente del influjo y la masiva convocatoria del arte teatral, ideó toda una variedad de géneros dramáticos en el intento de sustituir un escenario considerado profano ( o cuestionador) por otro para evangelizar al público: misterios, moralidades, dramas litúrgicos, autos sacramentales... La iglesia perdió influencia y hoy todas esas expresiones son reliquias más propias de los libros de historia que de la actualidad escénica, salvo el acto sacramental elevado a la categoría de obra maestra gracias a la pluma genial de Calderón de la Barca, durante el Siglo de Oro español.
De la intensa actividad escénica religiosa medieval solo persisten
hoy, con una gran difusión y arraigo, los via crucis y nacimientos vivientes. No imaginó San Francisco de Asís, cuando ideó el primer pesebre en la Europa del siglo XIII, que, a la vez, estaba dando origen a un género menor del teatro, de extensa difusión geográfica y gran arraigo popular. El llamado nacimiento viviente, hoy por hoy, se escenifica en todos los paises de tradición católica. Es representado por habitantes de los barrios o pueblos, sin ninguna formación artística académica que, con poca o ninguna inversión financiera, confeccionan los trajes e improvisan de manera sencilla una escenografía que recrea el pesebre de Belén. También, como variante del nacimiento viviente, se conserva en algunas localidades venezolanas (23 de Enero en Caracas y Cocorote del estado Yaracuy, por ejemplo) la representación de La Bajada de Los Reyes, en la cual tres actores con exóticos trajes orientales a caballo hacen un recorrido local el 6 de enero.
Bella forma de disfrutar teatro y conservar la tradición.
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